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Tierra y Libertad Nº 266 Septiembre 2010
¿Hundimiento o desvío? La isla y la ideología catastrofista
Artículo puesto en línea el 25 de agosto de 2012

por Eric Vilain

¿Hundimiento o desvío? La isla y la ideología catastrofista

Los problemas de superpoblación, de falta de recursos y de ruina han sido tratados recientemente por el ensayista norteamericano Jared Diamond. Su otra, titulada Colapso, extrae cinco factores como causa del hundimiento de una sociedad (1):

1.- Los daños medioambientales.

2.- Un cambio climático.

3.- Vecinos hostiles.

4.- Relaciones de dependencia con los socios comerciales.

5.- Tipos de respuestas aportadas por la sociedad según sus propios valores.

Diamond basa su reflexión en ejemplos principalmente insulares (Isla de Pascua, Pitcairn, Henderson, Tikopia, Islandia, Groenlandia, Haití, Madagascar, Japón…). De los continentes apenas toma ejemplos (Montana, Anasazi, Ruanda, China, Australia…).

A pesar de algunos contra-ejemplos como el de Tikopia (Melanesia), la impresión general que sacamos de Colapso es que, cuanto más pequeña sea la isla, cuanto más frágil, cuanto más viva una sociedad en una isla pequeña, más amenazada se verá ésta por la degradación ecológica. Además, la multiplicación de islas en dificultades, de hundimientos locales, de espacios insulares reales o metafóricos (Ruanda tomado como ejemplo), desembocaría en el hundimiento global. Pero ese razonamiento es discutible.

Tomar el hundimiento de pequeños espacios a menudo situados en el pasado, y aplicarlo a amplias sociedades continentales contemporáneas -por no decir a la sociedad mundial/global- constituye un cambio de escala tanto en tiempo como en espacio. Pero ¿es pertinente el paso de una a otra? ¿Está demostrado? En realidad, Jared Diamond no lo justifica de modo verosímil, lo que plantea un problema. Es como si analizara la situación de una ciudad pequeña de provincias y la calculara sobre una metrópoli, sin decir cómo ni por qué. Eso no es serio. El mundo no es la adición de pequeños ecosistemas insulares.

Jared Diamond: de la sociología al catastrofismo

El enfoque particular y discutible de Jared Diamond puede explicarse. En su calidad de biólogo ha trabajado sobre la biogeografía insular antes de su best-seller. Se basaba en la teoría del equilibrio dinámico insular propuesta por el ecólogo Robert MacArthur y por el sociobiólogo Edward O. Wilson. Esta teoría, que utiliza un modelo matemático para explicar la evolución de las especies en medio insular, ha sido recibida con agrado en primer lugar por los ecólogos durante su creación en los años sesenta, y luego cada vez más criticada, incluso por sus primeros adeptos. En Colapso, Jared Diamond no habla de ella, pero su adición de islas para hacer un conjunto participa del mismo método.

Por otra parte, sus argumentos sobre el aislamiento y alejamiento insular están edulcorados. Diamond insiste además en el tercer factor, el intercambio con una metrópolis o con otras sociedades. Su análisis de La Española, isla cortada en dos con destinos muy diferentes entre Haití y la República Dominicana, escapa así al determinismo geográfico o ecológico.

Jared Diamond fu partidario de la sociobiología. Esta teoría, encarnada por uno de los autores de la teoría del equilibrio dinámico insular, Edward O. Wilson, considera que los genes determinan grandemente, si no en su totalidad, el comportamiento de los individuos y las sociedades. Para Wilson, "los genes tienen la cultura atada".

En Colapso, Jared Diamond no se refiere a la sociobiología. Se muestra más matizado y menos determinista que en algunas de sus obras anteriores, como De la desigualdad entre las sociedades (2000), sorprendente traducción y enormemente significativa del título inglés Guns, germs and steel (Armas, gérmenes y acero, 1997).

El método de sumar las islas para hacer un conjunto se parece también a la falaz concepción de la "huella ecológica", formulada por Wackernagel y Rees. Esta concepción razona sobre el módulo a la vez estadístico y conceptual de los Estados-nación como constituyentes de islas, módulo en ocasiones retro-aplicado a un simple municipio. Se ignoran los intercambios existentes entre las economías llamadas nacionales y los municipios. Funciona estúpidamente sobre el principio de isla autosuficiente. Además de los problemas metodológicos serios (sobre la toma en cuenta de los bosques y los océanos, por ejemplo), ofrece unos resultados curiosos porque, gracias a su gran superficie, Brasil dispone de una huella ecológica positiva, al contrario que Singapur.

La isla del fin de los tiempos

La noción de "superpoblación" presente en Colapso así como en la teoría de MacArthur y Wilson plantea un problema. La "demografización" de la cuestión social es sin duda causa de numerosas derivas, como se sabe desde Malthus. Podemos incluso decir que la isla constituye el prototipo del razonamiento malthusiano centrado en el espacio limitado en todos los sentidos del término, condenado a la asfixia por falta de recursos propios o de la mala gestión de éstos, y en la negación de todo intercambio económico o de la posibilidad de mejorar los recursos en cuestión. Sin embargo, se puede invertir perfectamente el razonamiento así como la política llevada a cabo.

Más ampliamente, los pequeños espacios insulares constituyen los objetos privilegiados e ideales de la teoría catastrofista ecologista que es uno de los nuevos avatares del pensamiento dominante. Basada en interpretaciones diversas de constataciones científicas, minimizando o negando incluso los debates a menudo borrascosos entre científicos, incluidos los relativos al asunto del "calentamiento global", nos reenvía a la difusión actual de las diversas profecías (pretendido hundimiento del capitalismo, choque de civilizaciones, decadencia de Occidente, fin de las utopías…).

De filiación religiosa (el Diluvio, el Apocalipsis de San Juan, el mesianismo, el milenarismo) incluso bajo una apariencia laica, cultiva la confusión de responsabilidades (la del simple ciudadano puesto al mismo nivel que las grandes empresas o los gobiernos), la culpabilización y el miedo, miedo del que se sabe desde hace mucho tiempo que no es forzosamente aleccionador y que es atributo de los regímenes dictatoriales.

El mito de la isla engullida

La isla está bajo el foco de la problemática medioambiental actual. Nadie ignora, en efecto, las amenazas que pesan sobre las islas coralinas ante una subida de las aguas que habría sido provocada por el "calentamiento global". Para muchos observadores, la violencia y la frecuencia cada vez mayor de los tifones en las islas tropicales obedecería a las mismas causas.

El nivel de alerta es muy elevado, como lo revela un titular reciente de la prensa: "Clima: el grito de alarma de los Estados insulares ante la ONU, la alianza que agrupa a cuarenta y dos pequeñas islas [AOSIS, Alliance of Small Island States] ha calificado de ’genocidio silencioso’ los efectos del calentamiento" (2).

La incertidumbre o la simple prudencia científicas son a menudo ignoradas. La evaluación de las modificaciones del nivel del mar a lo largo del siglo XX oscilan sin embargo entre centímetros y milímetros según los investigadores (de 10 a 20 centímetros según el GIEC). Las previsiones sobre su futura elevación varían en varios centímetros (de 9 a 88 centímetros según el GIEC para finales del siglo XXI). Algunos afirman que con sólo unos pocos centímetros se producirá la catástrofe. Otros responden que las tormentas y los tsunamis son mucho más peligrosos. Los primeros replican que la violencia de éstos está precisamente ligada al "calentamiento global". Otros recuerdan que el nivel del mar varía claramente según los lugares, y que si aumenta actualmente en algunas regiones (océano Pacífico occidental, océano Austral), también disminuye en otras (Pacífico central y oriental, mar Báltico), especialmente en las regiones nórdicas a causa de la recuperación glaciar (3).

La mayor parte de las playas del mundo sufre actualmente una erosión más fuerte que antes, porque están privadas del aporte habitual de sedimentos ahora almacenados para la construcción de presas cada vez más numerosas (4).

Los litorales de algunas islas coralinas parecen ganados por la subida del mar, pero las causas de este fenómeno pueden ser múltiples y complejas. La destrucción de la barrera coralina o la construcción de algunas instalaciones han tenido sin duda consecuencias negativas a mayor o menor plazo. En Tuvalu, el coral ha sido explotado para construir pistas de aterrizaje, diques y una decena de proyectos más durante la Segunda Guerra Mundial. La población en crecimiento constante (2.000 habitantes en 1980, 4.500 en 2004) ha horadado las rocas. Los expertos y los observadores no se ponen de acuerdo para evaluar la evolución del nivel del océano, ni sobre sus causas (5).

Siempre se equivoca el otro

Para enmascarar una negligencia local en la gestión de los recursos, se tiende siempre a recurrir a una responsabilidad global como el "calentamiento climático" o "El Niño". Saufatu Sapo, primer ministro de Tuvalu, declaró en 2003 que el recalentamiento del planeta constituía una amenaza que se parecía a una "forma de terrorismo lento e insidioso". Los medios evocan desde entonces a los "refugiados climáticos" y los "náufragos del archipiélago de Tuvalu" (6). Sin duda, los habitantes de Tuvalu emigran cada vez más hacia Nueva Zelanda, por ejemplo, pero el crecimiento demográfico y la falta de tierras son probablemente tan responsables de ello como el aumento de las mareas altas.

En las Maldivas, cuyo presidente Abdul Mumoon Gauyoom participó en la creación de la AOSIS, las tempestades y los tsunamis han causado numerosos daños, pero no se ha producido una elevación significativa del nivel del mar. Eso no ha impedido a un reportaje llevar el título "Miedo azul: el archipiélago de las Maldivas amenazado por la subida de las aguas", y esto a pesar de las dudas que el mismo reportaje expresa (7).

Bajo el ángulo del catastrofismo, la isla sería por tanto modelo y víctima. De la isla-laboratorio utópica y acogedora del siglo XVIII (las experimentaciones y protecciones de Pierre Poivre y los fisiócratas) o en el XIX (elaboración de las teorías de Darwin o de Wallace a partir de ecosistemas insulares), se convertirá en la centinela alarmista del siglo XXI por el desarrollo sostenible. El engullimiento de las Seychelles, de las Maldivas o de Tuvalu no haría sino prefigurar una nueva escatología.

Una reflexión política que se queda corta

Sin embargo, Jared Diamond no llega hasta el final en su lógica (8). Afirma, sin duda, en un momento que "el destino de una sociedad está en sus manos y depende sustancialmente de sus propias decisiones". Pero da ejemplos suficientes que demuestran que el destino en cuestión está sobre todo en manos de un pequeño grupo de dirigentes, y que no es plenamente libre para decidir porque está encerrada en una lógica de competición que puede conducirla a su propia pérdida.

Si esta última constatación es especialmente válida en las pequeñas islas (Pascua…) o en algunos otros casos (hasta la solución final de Hitler o de los militares japoneses, por ejemplo), el destino de unos y de otros no impide el triunfo de un vencedor, o de un grupo de vencedores, que impone a su vez su lógica al mundo. La isla no desaparece, al contrario que la Atlántida o Mu, otros mitos que se imponen en el discurso medioambiental catastrofista. Se recompone. La isla hundida de Pascua desemboca en manos de los colonizadores europeos, y luego de Chile.

El cortocircuito de razonamiento político de Jared Diamond es patente en su ejemplo de Montana. En este caso, describe muy bien los daños causados por la contaminación producida por la actividad minera y los problemas creados por la deforestación; evoca incluso el señuelo del beneficio, las dificultades sociológicas entre los antiguos y los recién llegados, el rechazo de unos y otros a proceder a una verdadera planificación del suelo y de las actividades económicas.

Pero no explora la pista de la propiedad privada y de una democracia atomizada como las causas tanto locales como globales de esa situación. En lugar de eso, se contenta con estigmatizar los ingresos "exteriores" (sic) que permiten vivir a una gran parte de los habitantes de Montana (Seguridad Social, Medicare, Medicaid, etc.). Y glosa, sobre la ausencia de conciencia medioambiental del hombre, un discurso sesgado e interclasista muy acorde con nuestros tiempos.

Hundimiento y Perdidos

Considerar la sociedad insular como un actor único y atomizado, sólo en su medio, sin conexiones con el resto del mundo y sin contradicciones internas, es reduccionista. Este enfoque no es nuevo.

Lo encontramos en la literatura occidental desde el siglo XVIII. Y culmina con lo que se podría llamar "el síndrome de Robinson Crusoe" en el que, para sobrevivir, el individuo debe hacer de todo, decidirlo todo, gestionarlo todo, él solo en un lugar concreto, donde deberá desdeñar al indígena, o bien ponerse de acuerdo con él, para reconstruir su lugar y del modo idéntico al europeo, a pesar de las dificultades y la estupidez de semejante proyecto.

Retoca la ideología liberal del homo oeconomicus soberano y atomizado, constituyendo otras tantas islas personales en el archipiélago del mercado omnipotente guiado por la "mano invisible".

La encontramos sin dificultad en las emisiones de la llamada "telerrealidad", como Koh-Lanta en Francia, o Supervivientes en el mundo anglosajón, o incluso Perdidos. Estas emisiones están obsesionadas por una postura social-darwinista entre los "ganadores" y los "perdedores", casi naturalizada por la fusión que constituye el "grupo" oponiendo una especie a otra, por añadidura subliminalmente tintada de racismo (los Azules contra los Rojos, por ejemplo), con una preferencia por las islas tropicales más glamourosas. La evolución de la serie Perdidos hacia un mensaje bíblico tontorrón confirma la dimensión escatológica subyacente en el discurso catastrofista insular.

Se comprende que el libro de Jared Diamond, surfeando por todos esos temas, haya causado estruendo entre los medios de comunicación ávidos de sensaciones, entre los medios científicos que practican la escalada catastrofista y entre los medios militantes que han "olvidado" su pasado sociobiólogo. Todo bañado en una ambiente vulgar que se empeña en ofrecer diagnósticos a menudo incompletos y soluciones inapropiadas. La anarquía de los meteoros merece algo mejor que los gurús o los creyentes.

Philippe Pelletier

Notas:

1.- Diamond Jared, Collapse, how societies chose to fail or succeed (2005). En español, Colapso: por qué unas sociedades perduran y otras desaparecen (Debolsillo, Barcelona 2007).

2.- Le Monde, 23 de septiembre de 2009, p.4.

3.- La desintegración de los grandes glaciares prehistóricos provoca en las regiones afectadas una dilatación de la corteza terrestre, como si fuera elástica, cuyos efectos son todavía perceptibles, que se eleva en relación al nivel del mar. Anny Cazenave, "Les variations actuelles du niveau de la mer: observations et causes": L’Homme face au climat, Édouard Bard (dir.), Odile Jacob, París 2006, p.85-101.

4.- Roland Pasakoff, Les littoraux, impacts des aménagements sur leur évolution, A. Colin, París 1988.

5.- L. Allen, "Le réchauffement n’engloutirá pas les îles Tuvalu mais…": Courrier International (2004), p.56.

6.- Le Monde, 10 de junio de 2008, p.3.

7.- Sylvie Cachon: "Maldives, une peur bleue": Télérama 2744 (agosto 2002), p.18-21.

8.- Richard Smith: "Capitalism and Collapse: contradictions of Jared Diamond’s market meliorist strategy to save the humans": Ecological Economics 55 (2005), 2-1, p.294-306.